jueves, 8 de septiembre de 2016

¿Qué me representa?

Gerardo y las letras

Todavía puedo ver a mi joven yo consternado por una serie de decisiones difíciles que tendría que tomar a sus 17 años, y que marcarían la dirección de su vida para el resto de sus días. Sin embargo, apenas si veía más allá del último año de la preparatoria.
Después de considerar dos carreras que al final no cumplieron mis expectativas, decidí hacer trámites a la licenciatura en Letras Hispánicas. Mis influencias vienen tanto de casa como de la vida escolar: mi madre es licenciada en Filosofía y Letras, mi padre había tenido sus buenas épocas de lectura y mis clases de Español y Artes desde la primaria cultivaron un gusto particular por la expresión y el estudio del lenguaje.
Una vez en la carrera, me sentí en el lugar correcto. La currícula llamó mi atención en casi todas sus formas: asignaturas que esperaba, que deseaba conocer y otras que me desconcertaron a primera impresión; en fin, yo ansiaba encontrarme con ese mundo. Recuerdo que principalmente sentí interés por la lingüística, la filología y las clases de latín. Más adelante comencé a apreciar ciertas literaturas, como la europea renacentista, la barroca novohispana y la europea modernista. Uno de mis descubrimientos fue la teoría literaria y hasta ahora sigue causando furor en mis estudios.
Por supuesto, mi perspectiva ha cambiado en algunos momentos. Sentí un gran desinterés por una parte de la literatura hispánica y algunas disciplinas de los estudios literarios me daban una impresión de resequedad. A pesar de todo eso, sigo firme e incluso estudiar Letras despertó en mí una curiosidad, casi necesidad, por la investigación, además de un gusto inusitado por la docencia.
Definitivamente no cambiaría mi decisión si tuviera oportunidad de volver unos años a aquella época en que mi joven yo tomó un camino que lo llevó a encontrarse conmigo.